Amor propio
Publicado en www.lavozdehoy.com el 28/09/2012
No hace mucho leí: “los españoles son los únicos que se
creen su propia leyenda negra” -creo que el autor es el hispanista británico
J.H. Elliott, no lo he podido confirmar- esto dice mucho de nuestra
idiosincrasia, no tenemos buena opinión de nosotros mismos y a menudo
proyectamos sobre otros españoles la culpa que deberíamos compartir o incluso
la que deberíamos rechazar.
Si esta falta de autoestima nacional –que podríamos
considerar pre existente- se suma con el enorme desprestigio internacional e
interno causado por los cuarenta años de dictadura, el uso que ésta hizo de los
anagramas de Ysabel y Fernando –el Yugo y las Flechas- y el abuso de la bandera
rojigualda -que Carlos III eligió para su marina y después fue enseña nacional- aderezados con el
novedoso respeto debido a símbolos nacionalistas que en gran medida nos eran
desconocidos al principio de la transición, retroalimenta nuestra mala opinión.
Durante treinta y tantos años nos hemos avergonzado de nuestros símbolos
históricos porque un dictador los corrompió, hacer uso, aunque sólo fuera en el
filo del cuello de un polo o de unos calcetines, de la bandera
constitucionalizada era motivo suficiente para ser tachado de “facha”.
El patriotismo español era unánimemente considerado como
“patrioterismo trasnochado”, una cosa de “nostálgicos de la dictadura”, o sea
algo muy, pero que muy reprobable, mientras que los símbolos autonómicos y los
abiertamente nacionalistas gozaban cada vez de más prestigio, es más se ha
llegado a alimentar la ficción de que el nacionalismo es una ideología
progresista.
Pero no es mi objetivo la reivindicación de ningún
nacionalismo, tampoco del español, sino la constatación del complejo de
inferioridad que nos agobia. Cuantas veces hablando con algún amigo no se me
habrán quejado de que los andaluces no seamos más nacionalistas/regionalistas,
es una reacción bastante primaria y por ello comprensible, pero también es una
falacia: si el nacionalismo reivindicativo fuera generalizado en todas las
CC.AA., España, sencillamente, habría dejado de tener sentido, pero esto está
muy lejos de ser verdad.
Hoy quiero romper una lanza por todos los españoles que sin aspavientos y sin exclusiones, con respeto
por el otro y por sí mismos, con ánimo solidario y democrático, sienten un
legítimo amor por lo propio.
Romain Gary decía que “el patriotismo es el amor por los
tuyos. El nacionalismo es el odio de los otros”, es una forma amable de definir
el patriotismo en la cual la mayor parte de nosotros se podría reconocer y en yuxtaposición con el
aborrecible concepto de nacionalismo. En cambio, Ambrose Gwinett Bierce, quizá
amalgamando ambos -patriotismo y nacionalismo-, afirma que “El patriotismo es el
material inflamable susceptible de servir como antorcha a cualquiera que
ambicione iluminar su nombre”, no me puedo resistir a pensar en ese anuncio de
retirada de la política una vez alcanzada la meta, hecho por El Presidente de
la Generalidad de Cataluña Sr. D. Artur Mas.
Un apunte para la reflexión: ¿Teníamos verdaderamente
necesidad de adelantar tantas elecciones autonómicas? Son ya cuatro los
Presidentes autonómicos que no terminan el
mandato.
Jorge Higueras
27/09/2012
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