sábado, 29 de septiembre de 2012


Libertad y “comunitarismo”


Por una vez y sin que sirva de precedente clamo el mismo grito que los independentistas: “Libertad”, reclamo libertad para los ciudadanos que viven en Cataluña. Porque los derechos son patrimonio de los ciudadanos libres, no de los “pueblos” o, peor, de los “gobiernos”, eso es “comunitarismo” (neologismo aún no recogido en el DRAE) del que las sociedades democráticas maduras huyen. En los diccionarios políticos franceses aparece como: Una forma de etnocentrismo o de sociocentrismo que da a la comunidad (étnica, religiosa, cultural, social, política, mística, deportiva…) un valor más importante que al individuo, con una tendencia al repliegue sobre el grupo. Ese repliegue “identitario, “cultural” o “comunitario” se acompaña de una pretensión de controlar las opiniones y los comportamientos de los miembros de la comunidad constreñidos a una obligación de pertenencia… En las formas más exacerbadas de comunitarismo, el mundo es maniqueo, están los buenos (aquellos que forman parte de la comunidad) y los malos (los otros). Se parece entonces a una forma de racismo…Para sus defensores, no existe ninguna perspectiva fuera de la comunidad y es imposible desligarse de su historia ni de su cultura. La comunidad precede entonces al individuo y convierte la búsqueda del ideal compartido en más importante que la libertad individual. Para ellos el Estado no puede ser neutro en materia de opciones culturales, religiosas o de moral. Los valores que les sirven de referencia son esencialmente tradicionales, construidas sobre un pasado mítico e idealizado…Para ello la comunidad debe liberarse del corsé de la cultura “dominante”  y hacer respetar  sus particularidades, notablemente en el seno de las escuelas. (Toupictionnaire, le dictionnaire de politique)  (La cita va en cursiva, los paréntesis y las comillas son suyos, la traducción es mía).
Nada que añadir, aquí están todos los conceptos que definen la actitud de los nacionalismos periféricos españoles se pone por delante al grupo –la nación catalana- sobre el individuo, la pulsión de control de la opinión que se materializa en el férreo “diktat” sobre los medios de comunicación catalanes. La división entre los buenos –los auténticos catalanes- y los malos –España-, para muestra un botón, el Sr. D Alfons López Tena en un mitin: “Con España tendremos…solo un objetivo: hacerle daño.”, por si los asistentes no habían identificado al enemigo. Así, el Gobierno catalán no puede ser neutro en los asuntos culturales, por ello lamina el español. Para idealizar el pasado mítico necesita el adoctrinamiento en todos los niveles de educación.





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