Regeneración urgente
Podría ser finalmente que la táctica de Don Tancredo le
saliera bien a Rajoy y pudiera pasar sin pedir el rescate, que los antaño
exigentes hogaño se vuelvan comprensivos y decidan no apretar más la clavija.
Pudiera ser que el PP ganase con mayoría absoluta en Galicia
y esto reforzara la imagen interior y exterior del Gobierno.
Sería imaginable un relativo buen resultado del PP en el País
Vasco y redundar así en el efecto arriba indicado.
Cabe dentro de lo acaecedero que el IBEX y la Prima de riesgo
se contagien de esta tranquilidad y atenúen su volatilidad.
Se puede imaginar que los independentistas catalanes
corrijan el tiro y apunten de nuevo hacia la consecución del privilegio fiscal.
Entraría dentro de lo factible que al Gobierno le aprueben
las cuentas en Bruselas, Berlín y Wall Street.
¿Haría esto menos urgente la necesidad de una autentica y
profunda regeneración democrática?
Taxativamente NO. Y no es que con esto esté pidiendo con la Srª Stefanie Müller que Alemania nos haga el trabajo que nosotros no podríamos hacer,
al contrario, digo, de hecho proclamo que nos toca cumplir esta faena a
nosotros, con un gobierno más o menos fuerte, sin dilación.
Pero dado que todos los partidos excepto UPyD niegan, no ya
la perentoriedad, sino la necesidad misma de esta regeneración, necesitamos
buenos resultados en Galicia y País Vasco, buenos resultados que pasarían por
un grupo propio aquí y conseguir representación por primera vez allí. Ya
tenemos todo el peso de la razón democrática, de la congruencia, de la transparencia
y de la defensa de la Constitución de todos, necesitamos la fuerza de los votos
para seguir cantándoles las cuarenta a los demás, para obligarles a comportarse
como si fueran razonables, demócratas y patriotas.
Efectivamente, los brotes verdes, por muy auténticos que sean pueden tentar al Gobierno central y a los autonómicos a no tocar el chiringuito, y es precisamente el chiringuito el mayor culpable de la situación política y por ende de la económica.
Efectivamente, los brotes verdes, por muy auténticos que sean pueden tentar al Gobierno central y a los autonómicos a no tocar el chiringuito, y es precisamente el chiringuito el mayor culpable de la situación política y por ende de la económica.
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